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Fundación Cajamurcia 0 2658

de Cristóbal Pérez García

Paisajes de luz y vida

Sería una opinión egoísta y limitada situar a Cristóbal Pérez García (Toval) en un extenso mundo de recursos como es el paisaje urbano; simplemente, porque -me atrevo a decirlo así de claro y desde el principio- la suya es una pintura que encierra muchos más valores de los que ya puede contener ese paisaje que es reflejo de las calles que transitamos, de los edificios que contemplamos, de los rincones que nos embelesan y de las zonas más nobles de cualquier ciudad. Su pintura, aunque opte, primordialmente, por esas vías de nuestra diaria existencia, expresa muchas más significaciones, que son las que sabe aportar este pintor, en un trabajo que para él supone una entrega absoluta a una labor constante.

Cristóbal ha sabido reinterpretar cuanto desfila ante sus ojos, y diría que de un modo arrebatador para él y seductor para los espectadores. ¿Dónde radica ese arrebato que le embarga y esa seducción, que transmite hacia los demás? Sin duda, en el sentido transformador que sabe aplicar de modo tan intenso en sus obras; pero no se trata de una transformación que desfigure las visiones, sino de un método y de unas referencias, que solo sirven para mejorar el contenido.

Hay en sus obras una inexcusable transmisión de las imágenes captadas, debido a que su pintura, imposible de negar, encierra esos tonos de un realismo liberado de cualquier tipo de opresiones; pero la transformación apuntada, cuando esas imágenes se plasman en los lienzos, es prueba evidente de la fortaleza de unas pinceladas, de la luminosidad que envuelve los planos y de la vitalidad que los colores proporcionan. Todo conlleva al engrandecimiento de una visión que, por muy atractiva que pueda ser en su origen, quedaría, estampada sobre el lienzo, desprovista de esos principios de engrandecimiento positivo que la pintura en sí encierra. Esto no quiere decir que estemos ocupándonos de factores que impidan, en la obra de este pintor, el reconocimiento del espacio retratado; se dice así, más bien porque elimina penurias y se convierte en aportaciones de ineludible perfección. A esto, habría que sumar la amplitud espacial que asigna a esas imágenes, sobre las que derrama un afán creativo, con el que alcanza una nueva dosis de la ya apuntada transformación, pero también un entorno de belleza visual, que hace de cada cuadro un novedoso objetivo.

Hay que resaltar que el paisaje de Toval se nos muestra con unas pretensiones de viveza y de naturalidad del tránsito que cualquiera puede hallar, pero que no es sencillo inmortalizar en un lienzo. Para él será una gozada recorrer esos ambientes descritos con naturalidad, pero también con desasosiego, porque la realidad de los encuentros es otra de las preocupaciones de este pintor, que se muestra incapaz de falsificar para un aparente embellecimiento. Cristóbal busca legarnos la existencia viva del día al día, para que, cuando el paso del tiempo y la brutalidad humana sean capaces de eliminar lo que hoy nos rodea, en su obra encontremos un legado, un testamento, que nos aportará el signo de un mundo desconocido.
Es difícil optar por cualquiera de las facetas pictóricas de Cristóbal. Interpreta la dureza y la frialdad de la ciudad con unos complementos prietos de calor y armonía de colores; y, si de paisajes rurales se trata, surgen en sus lienzos convertidos en zonas cálidas, que parecen mecidas por el viento, que se prolongan hasta los límites a los que llega la vista disparada, y que están sembrados de tonos suaves y de huertos, en los que estalla el griterío cromático que las frutas despiden.

En cuanto vierte en sus óleos, se nota el interés del pintor por mantener una originalidad interpretativa, que se sobrepone a otros modos más en consonancia con la comodidad de las vanguardias. Y se impone, por supuesto, porque se trata de un autor que mantiene la fortaleza de unas creencias artísticas, lejos de los intereses obligados, liberado de influencias, que no sean los personales convencimientos en la honradez de un trabajo satisfactorio, bien hecho y convincente.

Pedro Soler

Horario:
De lunes a viernes, de 11 a 14:00 y de 18 a 21:00h.